martes, 5 de junio de 2018

No son sólo zapatos

#4645...
Lo que es un número para unos,
para otros son fotos, almas, recuerdos...
zapatos.
Zapatos grandes, chicos, de todos los estilos y colores.
Zapatos vacíos, solitarios y frios,
de los que sólo quedan
tristezas, recuerdos y sinsabores.
Tengan flores, velas o velones
le quedan grandes señor Gobernador,
tan grandes como el trono que ocupa.
Sepa usted que no existe disculpa
para su negligente manejo.
Aunque no lo pide, le daré un consejo:
El cielo no se tapa con una mano.
Asuma con humildad su error malsano,
y tenga la valentía
de rectificar
pues es de hombres aceptar
cuando se está equivocado.
No son sólo zapatos, son hermanos...
padres, abuelos... ¡Hijos también!
Si quiere verdaderamente hacer un bien,
no luche contra una cifra, un número...
Busque salvar los que vivos siguen
sin luz, techo y sustento.
No con fotos, se lo advierto
ni con trucos publicitarios.
Recuerde que son vidas...
no recortes de diario.
Vidas perdidas de boricuas
¡no sólo zapatos!

lunes, 7 de mayo de 2018

Madre Brava


La tierra del Guanín y los Orichás está brava...
Del cáñamo al timbiriche,
de la montaña a la quebrada,
repican tambores
rechinan azadas...
Los viejos se están muriendo,
los jóvenes...
los jóvenes viven presos en cajas mágicas...
Más quedan rebeldes,
hijos aborígenes, mensajeros que no se amilanan.
Un alarido se eleva a lo lejos,
¡se eleva humo en la montaña!
Ay mi Diosa negra, mi eterna india descalza...
¿Cómo te curo?
¿Cómo te abrazo?
Si mi fragil cuerpo
¡ni pa' abrazarte alcanza!
Te escribo versos,
cual caracoles de antigua magia.
Y pongo mi oido en tierra,
pa' sentirte respirar,
¡más sólo sollozas de pura rabia!
¡Maldito frenesí de oro!
¡Ladrones con gabardina y corbata!
Madre... Itiba Cahubaba...
La sangre de tus hijos, envenenada.
¡Sabia de Tataiba!
Se ahoga tu llanto en brebaje de sueños,
tus hijos luchan batallas insensatas.
Mientras, se siguen hilvanando
¡mentiras con 51 estrellas disfrazadas!

viernes, 17 de noviembre de 2017

Agradecidos aún en la adversidad


Gracias.  Palabra simple, pero ¡qué mucho dice!  Dentro y fuera de una crisis como la presente es importante ser agradecidos con las personas que, sin ánimo de sacar beneficio propio alguno, nos hacen la vida menos complicada o de alguna forma nos socorren.  Pero, más que nada, debemos estar siempre agradecidos de Dios aunque para nuestros ojos estemos en desgracia. Tal vez usted que me lee no concurra, no crea, tenga un concepto diferente de ser agradecido... pero para mi, ser agradecido cuenta en cualquier momento, lugar, circunstancia y personas con la única excepción que hice al comenzar a redactar.  Porque?  Pues porque quien ayuda expectando sacar beneficio no lo hace con el ánimo de la solidaridad, de la amistad, la vocación de su empleo o la caridad de su corazón, lo hace con avaricia y eso no cuenta.

Dar gracias puede ser tan simple como un apretón de manos, la expresión de la palabra misma, una sonrisa, un gesto... ser agradecido conlleva humildad de corazón, de espíritu.  Usualmente cuando se acerca la celebración norteamericana (porque no es autóctona) del Día de Acción de Gracias recordamos esos pequeños detalles.  Sin embargo, para dar gracias no necesitamos de un día especifico, una razón particular o una circunstancia concreta.  De hecho, deberíamos dar gracias todos los días de nuestras vidas:  por lo bueno, por lo malo, por lo perdido y obtenido, por lo aprendido, pero más que nada, por estar vivos otro día.

Puerto Rico ya estaba en crisis cuando los huracanes Irma y María pasaron.  La desolación propietaria y emocional causada es mucha pero no debe ser óbice para que olvidemos lo más elemental de nuestra educación y nuestra cultura:  ser agradecidos.   Y no me refiero al agradecimiento que expecta un político ni del agradecimiento que se ofrece como intercambio.  Me refiero al simple reconocimiento primero que todo a Dios por estar vivos, a las circunstancias por el aprendizaje y a aquel ser humano que está haciendo algo (lo que sea) para hacer de nuestras vidas un poquito menos complicadas con toda la vorágine que nos arropa.  Me refiero a ése celador de líneas que está yendo más allá de su deber exponiendo su vida y dejando a su familia para que todos podamos tener luz aun cuando no se sabe si van o no a privatizar la AEE.  A aquel policía que dejó de estar presente en su hogar y defender sus bienes y familiares para cumplir con su deber y salir a servir antes, durante y después de la emergencia. Al empleado de la AAA que también ha estado en la calle dando la milla extra para que llegue agua potable a nuestros hogares y a los sectores que no la tienen tan accesible.  A los reporteros, maestros, doctores, abogados, comerciantes y profesionales de toda clase que se han tirado a la calle a dar lo mejor de sí haciendo lo que saben y aman hacer a pesar de todas las circunstancias.   A aquellos servidores públicos que, lejos de buscar fotos y publicidad con su gestión, han movido cielo y tierra para aportar un granito de arena en el proceso.  A aquellos que ofrecen su tiempo, dedicación y amor como voluntarios en la gestión que sea en beneficio de otros hermanos. A todos y cada uno: puertorriqueños aquí o desde la diáspora; americanos, latinos y extranjeros,  a cada alma caritativa que ofrece de lo que tiene y no de lo que le sobra para que cualquiera otro pueda continuar de pie, luchando un día más, por todos y cada uno de aquellos que no han podido expresarse y/o no tienen los medios para hacerles llegar su agradecimiento, muy humildemente yo les doy las GRACIAS.  Gracias por llegar, estar, luchar y seguir de pie a pesar de todas las circunstancias.  

Que esta conmemoración nos sirva para reflexionar, internalizar, racionalizar y expresar nuestro agradecimiento a los demás.  Que nos sirva para comprender y desarrollar la tolerancia necesaria ante las circunstancias que vivimos y no podemos controlar.  Pero más que todo, que nos sirva para unirnos más como país y seguir haciendo patria JUNTOS en momentos donde se nos va la vida en levantar un país hecho ruinas estructuralmente hablando pero fortalecido en sus ganas de echar el resto por un Puerto Rico mejor para generaciones venideras.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Puerto Rico, ¿se levanta?

     A casi dos meses del paso del Huracán María, me pregunto si verdaderamente Puerto Rico se levanta.  Por un lado, vemos cuán rápido y eficientemente se han movilizado entidades privadas y sin fines de lucro locales, extranjeros y de la diáspora para allegar ayuda alimentaria y de primera necesidad a los afectados y sus comunidades.  Por otro lado, vemos la ineficacia y lentitud de las agencias estatales y federales como lo son Educación, Manejo de Emergencias, Recursos Naturales, Salud y FEMA por mencionar algunos.  A 60 días, aquel grito de unidad que se lanzó el 20 de septiembre como un llamado urgente a la solidaridad se ha ido opacando por los interminables dimes y diretes y el inacabable "quitate tu pa' ponerme yo" que permea muchas de las gestiones a nivel de gobierno además de las discusiones que genera la culpa, que al fin y al cabo siempre es y será huérfana en los albores de la política partidista de este país.
 
     En definitiva, esta emergencia ha dejado al relieve que los municipios son y serán siempre la primera línea de defensa de y ayuda a sus ciudadanos.  Lamentablemente, la fuerza de esa línea principal se ha visto afectada por el recorte de fondos que todos sufrieron como parte de las medidas de austeridad adoptadas por el Plan Fiscal que también ha sido objeto de una culpa permanentemente huérfana.   Agreguémosle a eso los graves déficits presupuestarios de la mayor parte de los municipios, que por décadas y a la fecha han sobrevivido sobreestimando sus ingresos. Problema que, lejos de corregirse con el surgimiento de nuevas administraciones, se perpetúa detrás del melodrama donde se instala la culpa en administraciones anteriores, lo que no resuelve el problema.  Por el contrario, le continúa pasando la papa caliente al próximo alcalde de turno o le revienta en la cara al incumbente que prevalece en los procesos electorales a pesar de lo evidente que sea la ineptitud de su gestión previa.

     Ahora, si bien es cierto que muchas de las limitaciones de los municipios son auto infligidas y consecuencia de decisiones arbitrarias en los procesos que confronta el Gobierno Central con la Junta de Control Fiscal y PROMESA, no es menos cierto que en esta emergencia hemos visto alcaldes y alcaldesas echando el resto en la calle, donde siempre han debido estar con su gente y no en la comodidad del aire acondicionado, donde solo llegan los papeles y la realidad alterna que les plantean sus subalternos y no aquella que solo se vive y golpea cuando los confronta de frente.  Definitivamente, ver el esfuerzo que han hecho muchos alcaldes desde el día 1 debe reconocerse, en especial dado el lento y pobre apoyo que recibieron de FEMA durante las primeras semanas. 

   Por otra parte, esta emergencia también ha puesto de manifiesto el crítico problema de infraestructura, salud, educación y más crítico aun, de comunicación y colaboración entre municipios y agencias estatales.  Nada mejor para representar ese triste escenario que la disputa que han protagonizado el Departamento de Recursos Naturales y el Municipio de San Juan.  Mientras vemos comunidades que, indistintamente de ideologías y diferencias que puedan tener sus integrantes, se  han unido por un bien mayor común: sacar adelante a sus familias, sus escuelas y sus comunidades, tenemos al liderato del país desperdiciando tiempo y energía en dejar establecido quien es el culpable de las inundaciones en Ocean Park.  La ciudadanía no necesita en estos momentos esa dinámica, necesita unión genuina entre boricuas que, aunque pueden diferir en ideologías sepan unirse por el bien común: levantar el país. Lo que el país espera de ustedes secretarios de departamento, alcaldes, legisladores, gobernador y demás funcionarios públicos es unidad más allá de ideologías.  Lo que el país necesita de ustedes es soluciones en conjunto cuando un problema se presenta.  Al igual que las comunidades han dejado de lado viejas enemistades y diferencias vanas y superficiales como las que crea la política, esperan que sus líderes busquen soluciones, unilaterales o en conjunto, a los problemas que les aquejan.  Por favor, tomen nota.

     Finalmente, señor gobernador, concluyo esta columna dirigiéndome a usted y a su administración.  Puerto Rico y ustedes, todos más allá de ideologías, tenemos un reto común a corto y a largo plazo: levantar a Puerto Rico en todos los niveles.  Para ello, se necesita verdadera transparencia: esa que tanto pregonó en su campaña. Se necesita temple para despedir a aquel funcionario que le falle a la confianza que implica esa transparencia. No se necesitan los toallazos que han caracterizado gestiones anteriores de ambos colores.  En fin, el Puerto Rico que dejó María no necesita más de lo mismo, necesita mucho más: necesita que sus líderes electos demuestren en este momento ese liderato actuando afirmativa y asertivamente, distanciándose de los dimes y diretes que siempre han permeado la gestión política y enfocándose en la lucha que queda por delante que, por si no se han dado cuenta, es mucha y ya no se reduce a la cuestión económica y la Junta de Control Fiscal.  Ahora todo es más complicado señores y lo que ustedes hagan bien o mal hoy, repercutirá en todos mañana: los que nos quedamos y los que se van.  No sean parte del desastre que ya nos agobia, sean parte de la solución que encamine un futuro para todos, porque todos somos Puerto Rico.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

María nos corrió el maquillaje

Igual que en el cuento del lobo, los meteorólogos han anunciado y prevenido a la ciudadanía año tras año cuando tenemos en puerta algún sistema. Contrario a vender una mentira, cumplen con su trabajo. Entretanto, algunos ciudadanos se preparaban adecuadamente, otros lo hacían de forma ligera y otros simplemente continuaban como si nada pasara. A pesar de que fuésemos bendecidos porque los sistemas no nos tocaban, nos quejábamos incluso maldiciendo a los meteorólogos porque la tormenta, el sistema o huracán se desvió o nunca llegó.
María, mucho más que una gran sorpresa, ha sido un proceso de difícil aprendizaje para todos: principalmente debemos aprender con ella que subestimar la naturaleza no es responsable y, contrario a maldecir, debemos prepararnos con seriedad y dar gracias cuando un sistema se aleja.
María entró a Puerto Rico sin preguntar banderas, alianzas, ideologías o idioma y lo hizo con una fuerza sin precedentes, desbocando la ira contenida de la naturaleza constantemente abusada por el hombre. Sin embargo, entró también con su agua bendita... agua que a caudales y con fango nos corrió el maquillaje a TODOS. María reveló y sigue revelando hasta la simiente cuán vulnerables estamos los puertorriqueños: lo absurdamente frágil que es nuestra infraestructura; cuánta ineptitud poseen la gran mayoría de los jefes de Gobierno y qué hay más corruptos de los que investiga el sistema; que las ayudas del Gobierno Federal llegan pero su sistema no es de perfecto orden como otros te venden en un sueño; que el agua y la electricidad son esenciales para vivir y hay que ser cuidadoso de ellas, su uso y conservación; que la diáspora responde aunque esté lejos pues americanos o no, el boricua sigue siendo boricua aunque naciera en la Luna... ¿recuerdan?
Más que TODO, María con su profunda huella y sabor a desencanto desnudó al boricua: reveló a nivel internacional sin precedentes que somos mucho más que una islita; que aquí no vive gente en taparrabo; que la solidaridad se vive aquí TODOS los días de una forma u otra.
María nos dejó a la interperie no sólo en cosas materiales... también desnudó el alma y corazón boricua dejando ver quiénes somos cuando abrazamos al extraño, cuando apreciamos al amigo y en especial, cuando decidimos perdonar incluso al enemigo y tenderle la mano sin rencor. Maria si, nos quitó... mas alla de lo material, nos quitó y sigue quitando las vendas de los ojos, haciéndonos partícipes del dolor humano y de la realidad que arropa nuestra gente, en especial a las comunidades vulnerables.
Gracias Maria... por corrernos el maquillaje, las apariencias...
y ruego a Dios que tu paso abrumador siga, con su Santa agua aleccionadora, borrando las huellas de colores inexactos... colores que lejos de unirnos... ¡sólo nos han hecho esclavos!